Ceder nuestras contraseñas no es confianza, es control. Confianza es, precisamente, respetar la intimidad y la privacidad de la otra persona.
Ya hemos hablado varias veces de que uno de los “daños colaterales” del enamoramiento es esa necesidad que sentimos de fusionarnos con la otra persona; queremos hacer todo con ella, pasar todo el tiempo juntos y también saberlo todo sobre ella.
Esa necesidad, -que no sólo responde a cuestiones biológicas, sino también a aprendizajes que hemos hecho tras miles de horas de novelas, series, películas y canciones que nos repiten cómo debe ser el amor y las relaciones-, debería estar en equilibrio con otras necesidades, como la de relacionarnos con otras personas que no son nuestra pareja o la de seguir siendo nosotros/as mismos/as.
Esto de no perder nuestra identidad tiene mucho que ver con la privacidad. ¿A qué cosas nuestras -íntimas o no- queremos que las personas que nos rodean tengan acceso? Habrá cosas que no queramos compartir con absolutamente nadie, y otras a las que sólo algunas personas elegidas tendrán acceso. Y aquí viene lo importante:
El hecho de que nuestra pareja sea nuestra pareja, no la convierte automáticamente en elegida. Habrá cosas que queramos compartir con ella y otras que no, sin más.
Y eso no significa:
- Que no tengáis confianza. De hecho, la expresión de la confianza no es que tú enseñes todas tus cosas, sino que la otra persona no necesite verlas para estar tranquila y para tener claro que quieres estar con él o con ella.
- Que tengas algo que ocultar. Nuestros diarios, nuestras conversaciones de WhatsApp, nuestras interacciones en redes, son nuestras. Y que no las dejemos leer no significa que haya algo “turbio” en ellas que queramos ocultar.
👁️🗨️Si alguien nos presiona para compartir contraseñas o para que le enseñemos cosas que, en realidad, no queremos compartir, eso no tiene nada que ver con una expresión de amor, sino de inseguridad y control. Cuando la otra persona respeta tus espacios y deja que los disfrutes, eso te hace sentir más a gusto en la relación. Mención aparte lo de que alguien te coja el móvil sin tu permiso:
RED-FLAG-LETRERO-LUMINOSO QUE SEÑALA QUE DE ESA RELACIÓN HAY QUE SALIR PITANDO.
Y si eres tú la persona que tiene la tentación de pedir contraseñas y acceso, piensa que mirar todo eso, en realidad, no suele hacer sentir más seguridad. Y, además, puedes montarte una peli que luego resulta que no es real.
Vamos, que no, que no se mira el móvil de nadie y punto.