DE QUÉ
HABLAMOS

Las palabras sexo y sexualidad suelen usarse como si significaran lo mismo. Pero no es así:
El sexo. Soy hombre/mujer.
Cuando hablamos de sexo, no nos referimos a nuestro cuerpo, o más en concreto, a nuestros genitales; ni al sexo que se hace (las relaciones sexuales), sino al sexo que somos. Somos hombres y mujeres.
La sexualidad. Qué hombre/mujer soy.
Cuando hablamos de sexualidad, nos referimos a nuestra forma particular y única de vivirnos, expresarnos y relacionarnos como los hombres y las mujeres que somos. Hay tantas formas de ser hombre o mujer como hombres y mujeres hay, y esa diversidad es importante y valiosa.
Las relaciones sexuales o eróticas.
Cuando hablamos de relaciones sexuales, nos referimos a las formas en las que expresamos el deseo y la atracción, a los encuentros con las otras personas y, en definitiva, a lo que hacemos en la cama (o donde sea).
Todos/as tenemos cuerpo y, al igual que sucede con la personalidad y la sexualidad, nuestro cuerpo también es único e irrepetible. Y lo mismo podemos decir de los genitales: no hay dos vulvas o dos penes idénticos. Los cuerpos cambian, además, a través del tiempo, y las combinaciones son infinitas.
Esa diversidad, la idea de no ser iguales, es una buena noticia. Cada cuerpo es valioso. Es el primer lugar que habitamos y gracias a él podemos sentir, tocar, experimentar. Por eso es importante conocerlo, aceptarlo y respetarlo.
Desnudarse frente a otra persona no consiste sólo en quitarse la ropa, sino que implica mostrarse vulnerable; airear complejos, nervios relacionados con nuestro cuerpo y nuestros genitales, pero también con querer gustar. Comprender que por el mero hecho de ser diferentes somos deseables, que la variedad es un valor del que estar orgullosos/as, es una de las claves.
Estar en pareja es una forma de vivir las relaciones, una opción, pero no es la única. Sin embargo, ¿te has dado cuenta de lo común que es esta fórmula? Puede decirse que tendemos a emparejarnos, de ahí que esta aventura sea tan importante.
Existen parejas de una noche, unos años o una vida. Parejas compuestas por un hombre y una mujer, dos hombres, dos mujeres, “parejas” de más de dos personas y un largo etcétera de posibilidades. Lo importante, y lo que diferencia a la pareja de otros vínculos, es que ambas personas partan del deseo de:
- Estar juntas: encontrarse, compartirse, quererse y necesitarse, que nada tiene que ver con la obligación, la dependencia o la violencia.
- Tener un proyecto, pues, aunque somos conscientes de que la relación puede acabar en cualquier momento, nos gusta planificar y soñar juntos/as.
- Compartir una intimidad: que es donde aflora lo mejor y lo peor que hay en nosotros y donde sólo entra nuestra pareja.
El enamoramiento, ese estado de enajenación transitoria, es la puerta de entrada a la gran casa que es la pareja.
Nuestra libertad para tener encuentros eróticos con quienes y cuando deseemos requiere a su vez una gran dosis de responsabilidad, información, herramientas y planificación para evitar, entre otras cosas, las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).
Los genitales, como el resto de partes del cuerpo, también pueden sufrir problemas de salud. Habrá casos en los que una infección sea el resultado de no haber usado un método para prevenirla, por ejemplo, un preservativo, pero también otros en los que las cosas no han salido como se planeaba: por ejemplo, ese preservativo se ha roto. Lo importante, ante todo, es aprender de la situación.
Habitualmente, las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) vienen acompañadas de síntomas físicos: dolor, picor, escozor, cambio de color, de olor, secreciones, lesiones en la piel… En estos casos, es preciso acudir a la consulta médica. Nada de vergüenzas, el personal sanitario está acostumbrado a ver este tipo de infecciones, que son tan normales como pueden serlo otro tipo de problemas de salud.
En otras ocasiones, como es el caso del VIH, las infecciones no dan la cara. Empezar su tratamiento cuanto antes es importante, de ahí que resulte fundamental su detección precoz. ¡En el CJAS puedes realizarte la prueba rápida de forma gratuita! Y si no lo tienes cerca, pregúntanos y te informamos sobre dónde puedes acudir.
¿Quieres ser padre o madre? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Cuántas veces? ¿Cada cuánto tiempo? Ser madre o padre puede ser una experiencia maravillosa si así se desea y se planifica. Y si no es el momento por el motivo que sea, podemos utilizar métodos anticonceptivos o realizar prácticas que no permitan un embarazo. De hecho, los embarazos sólo se producen cuando existe penetración vaginal.
Sin embargo, por falta de planificación o por accidente, también puede suceder que se produzca un embarazo que no habíamos planificado, y tendremos que decidir si seguir adelante con él o interrumpirlo. En el CJAS informamos y asesoramos sobre ambas opciones.
Si optas por interrumpir el embarazo puedes hacerlo de manera legal y gratuita. Cuentas con un plazo de tiempo en el que puedes hacerlo, pero si eres menor de edad necesitarás la autorización de tu padre/madre/tutor legal. Te recomendamos ponerte en contacto con el CJAS u otro centro de salud sexual, centro de atención primaria o centro de interrupción del embarazo para que te informen sobre dichos plazos y sobre cómo hacerlo.
Más allá de las relaciones sexuales, los genitales y sus funciones, las prácticas y los tamaños, los tiempos…uno de los grandes placeres consiste en encontrarnos. Y la relación erótica (con o sin penetración) es un espacio de encuentro privilegiado.
Disfrutar y estar preocupadas/os por un posible embarazo son dos cosas totalmente incompatibles. Y en este camino, es importante que si no queremos que se produzca un embarazo tengamos en cuenta la anticoncepción. Hay una diversidad de métodos anticonceptivos que podemos usar para evitar un embarazo: además del preservativo, la píldora o el anillo, hay otros métodos menos conocidos.
No hay un único método que tengan que usar todas las mujeres, cada una puede elegir entre aquellos que mejor se adaptan a sus circunstancias y necesidades. Tampoco es una decisión para el resto de la vida; puedes escoger uno ahora y cambiar de método más adelante o dejar de utilizarlo si buscas un embarazo.
Además de poder usar métodos anticonceptivos, recuerda que también hay un repertorio infinito de prácticas aconceptivas, es decir, que no pueden producir un embarazo, porque no incluyen penetraciones vaginales. ¿Cuáles? Besos, abrazos, caricias, prácticas bucogenitales…
Cuanto más planifico, más me divierto, menos me agobio y más tranquilo/a estoy, aumentando además el placer que siento antes, durante y después del encuentro erótico. Prevenir embarazos no planificados (e ITS) es cosa de las dos personas que forman la pareja.