Se acaba de celebrar el Benidorm Fest, el festival del que ha salido el grupo musical que va representar a España en Eurovisión. Y, como siempre, viene cargadito de polémica, que aprovechamos para hablar de cositas importantes.
Más allá de las cualidades artísticas del grupo y de la puesta en escena, lo que está generando esa batalla de críticas es precisamente la letra de la canción, y más concretamente su título: zorra. División de opiniones: los que opinan que es denigrante para las mujeres y los que opinan que es empoderante.
Fijaos que el lenguaje tiene una característica peculiar: en primer lugar, las palabras tienen un significado que varía según el contexto, pero, además, es que, a pesar del significado de las palabras y de su contexto, hay que tener en cuenta su intencionalidad.
Entre los ejemplos de palabras que se están poniendo sobre la mesa a propósito de esta polémica están “maricón” o bollera”. Estas palabras, que a priori son consideradas como insulto, son usadas por personas del colectivo LGTBIQ+ para dirigirse a ellas mismas o a sus colegas. ¿Cuál es la diferencia? Pues justamente la intención, el tono. Lo que ocurre es que ese tono o intencionalidad son interpretables: solo sabe la intención el que emite, pero no la persona receptora. Aunque, evidentemente, podemos dar pistas: el tono de voz, el lenguaje corporal, los gestos, el contexto en el que se dice (una conversación tranquila, una discusión), si se lo estás diciendo a alguien a quien conoces o a una persona desconocida, entre otras.
Una vez más, queremos resaltar la importancia del lenguaje y de llamar a las cosas por su nombre. Y aunque a veces, algunos términos, histórica y socialmente (y etimológicamente hablando) no sean los correctos, el contexto y otros aspectos del proceso comunicativos pueden, precisamente, marcar la diferencia en su uso y en su intención.