Machismo de última generación

Últimamente vemos, entre las personas jóvenes con las que charlamos, muchas reacciones en torno a las leyes en materia de igualdad, como la ley de libertad sexual. Algunas de esas reacciones son de celebración y otras… no tanto.

De hecho, hay jóvenes que hablan de los avances en materia de igualdad como excesivos o demasiado radicales; o que han hecho suya la expresión “ideología de género”, como si la igualdad de derechos entre todas las personas fuera una ideología cuestionable o una cuestión de opiniones.

Nosotras no nos cansamos de decir que los avances hacia la igualdad benefician a toda la sociedad, hombres y mujeres, y que hemos recorrido un camino en los últimos años que tenemos que celebrar. Estamos avanzando hacia un mundo que respete que hay muchas formas de ser hombre o mujer; que cada cuerpo es un mundo; que cada persona tiene sus vivencias y que todas son válidas. Que nadie puede obligar a otra persona a estar en una relación en la que no quiere estar; que todas las personas tenemos derecho a elegir si queremos tener hijos/as. Que nadie puede castigarnos, ni podemos castigar a otras personas por decidir por sí mismas, por lo que quieren y no quieren hacer; por lo que desean y no desean, porque hayan querido y ya no quieran compartir con nosotras. Éstos son algunos ejemplos de lo que significa la igualdad entre hombres y mujeres.

Pero siempre que hay un avance, hay una respuesta conservadora que trata de ponerle freno. En este contexto hay quien se resiste, y utiliza argumentos como el de que hay una lucha por la igualdad “correcta” y otra lucha demasiado radical. Pero, ¿cuánta igualdad es excesiva? Como si los pasos que hemos dado fueran demasiados, escuchamos ideas que se quieren vender como transgresoras y modernas; que tratan de ridiculizar al movimiento feminista y a los avances que ha logrado, intentando reducirlos al debate sobre el uso del lenguaje inclusivo, o tratando de convencer a la sociedad de que ya tenemos suficiente igualdad y que seguir luchando por ella es una cuestión ideológica. Vemos a influencers que llegan a un montón de chicos y chicas mostrando como algo transgresor la lucha contra el feminismo, cuando este, el feminismo, es lo que realmente desafía el sistema. O diciendo que los avances en igualdad han hecho que ya no se pueda decir lo que se piensa, porque ofende. A ver, es que si lo que piensas es que es correcto que la mitad de la población tenga menos derechos que la otra mitad sólo por ser mujer… tu opinión ofende.

La idea de que la igualdad es lo mainstream, lo establecido, y de que lo trasgresor es desafiarla, se cae a pedazos cuando miramos a nuestro alrededor y, aun celebrando todo lo conseguido, vemos lo que aún nos queda por conseguir. Si ponemos al microscopio esas ideas aparentemente transgresoras, lo que encontramos son las mismas ideas machistas que, vistiéndose de palabras e imágenes “modernas”, tratan de justificar la desigualdad de siempre.

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