El comienzo de año generalmente suele venir acompañado de nuevos propósitos y metas por alcanzar: algunas personas hacen listas con estos propósitos para ir tachando según se van alcanzando; otras piden sus deseos a la vez que suenan las 12 campanadas; y también las hay que los posponen para la vuelta de las vacaciones, una vez finalizan las fiestas.
A veces estos propósitos se cumplen, pero otras (la mayoría) se abandonan a mitad de camino (muchos incluso no llegan a iniciarse nunca y se quedan en un mero pensamiento). Pero que no cunda el pánico a pesar de que sea viernes 13. 😉
Tras las festividades, llega la vuelta a la normalidad, a la rutina, después de unos días en los que la alegría y la ilusión han inundado casi todos los espacios. Es por eso que la vuelta tras las fiestas navideñas a veces es tan costosa, y solemos hablar de la famosa cuesta de enero, casi refiriéndonos al mes entero, a excepción de los primeros días festivos.
El mes de enero es un mes que suele costar digerir, por muchos motivos:
A nivel económico
Venimos de un periodo en el que el gasto suele ser mayor que en cualquier otra época: salimos más con familiares y amigos, regalos navideños, cenas de empresa, etc. Por lo que, en enero, cuesta un poquito más hacer planes que conlleven gasto económico debido a los “excesos” navideños.
A nivel personal
Las comidas y cenas familiares, quedadas entre amigos/as, etc., pueden suponer también algunos excesos, ya que aumentan las comidas y cenas fuera de casa, se suele comer más, y además, alimentos que no se toman habitualmente, se toman más dulces de lo habitual, etc., y por ello, el mes de enero suele tomarse como el mes de la vuelta a la calma, es decir, retomar hábitos y rutinas alimenticias más saludables. Ojo; no hablamos de dietas y el típico alta en el gym de todos los eneros. Hablamos de volver a retomar los hábitos alimenticios y deportivos habituales.
Los periodos vacacionales suelen llevar consigo hábitos que nos alejan de nuestras rutinas. Eso no significa que esté ni bien ni mal, simplemente que esa rutina cambia ligeramente. Volver a ella, obviamente “cuesta”, pero es importante que tengamos en cuenta que mantener nuestros hábitos, que son aquellos que nos hacen sentir mejor y más seguros con respecto a nuestra salud y autoestima, es lo que nos va a permitir seguir bien e incluso estar mejor.
Merece la pena destacar que en este punto no es lo mismo volver a la rutina que marcarse objetivos poco alcanzables: las dietas milagro, apuntarse al gym (que no es lo mismo que ir), etc., etc. A menudo, estos propósitos relacionados con la alimentación y el ejercicio físico suelen estar más motivados por cuestiones de adaptación a los modelos sociales de belleza que a cuestiones de salud. Por ello, el mes de enero, insistimos, “cuesta” porque es un mes en el que surgen todas las inseguridades que nos llevan a fijarnos metas poco alcanzables o poco realistas con nosotros/as mismos/as.
A nivel emocional
Todo lo anterior, lo que tiene que ver con lo económico, pero también con lo personal hace que nuestras emociones se vean alteradas. Pasamos “del subidón” de la navidad, a la vuelta a la realidad, de golpe, sin anestesia, sin transición. Con todos nuestros buenos deseos, pero con pocos recursos para ponerlos en marcha. Esto puede hacer que nos de un poquito bajón, y que entremos, incluso, en el bucle de los propósitos no alcanzados, lo que nos impida seguir adelante con ellos.
Enero cuesta, sí, pero recordad que a enero le siguen once meses más, que son estupendos también para seguir planteándonos nuevos retos, nuevas metas, y trabajar para poder alcanzarlas. Y ese camino hacia nuestras metas, no tiene que caminarse en solitario. De hecho, contar con personas adecuadas (ya sean profesionales o amigos/as o familiares, en función de las metas) es importantísimo para poder alcanzarlas, ya que éstas podrán guiar los pasos para que el camino sea más fácil. 😉