Es tu cuerpo, es tu salud. Tócate mucho

Seguramente el cáncer de mama no nos sea una realidad ajena, ya que se trata de una de las enfermedades más visibilizadas públicamente. Sin embargo, la forma en la que las marcas comerciales se hacen eco de ella, la convierten muchas veces en algo muy lejano, muy rosa, muy edulcorado.

Pongamos los datos sobre la mesa. 1 de cada 3 nuevos cánceres diagnosticados es de mama. Una de cada ocho mujeres va a tener cáncer de mama. Y cada año, el diagnóstico tardío de la enfermedad tiene consecuencias terribles para miles de mujeres. Son cifras que pueden darnos vértigo, y por eso queremos insistir en dos cuestiones:

La primera es la importancia de la inversión pública para prevenir y hacer frente al cáncer de mama. Por ejemplo, la educación sexual permite que conozcamos nuestro cuerpo, la anatomía y fisiología de nuestro pecho. Y los programas de cribado garantizan el diagnóstico precoz, pero tienen que ser accesibles para todas las mujeres.

La segunda, la importancia de que pongamos nuestra salud en primera línea. Eso no quiere decir que tengamos que volvernos expertas en las enfermedades, ni que seamos responsables de los diagnósticos, ¡faltaría más! Pero sí sabemos que conocer nuestro cuerpo y ser capaces de detectar en él algo fuera de lo normal, ayuda enormemente al diagnóstico.

Compartimos contigo unos ejercicios muy útiles que te van a ayudar a explorarte. Es curioso que siempre se dé por hecho que sabemos cómo es y cómo funciona nuestro cuerpo, también nuestro pecho y nuestros genitales, aun cuando nadie nos habla claramente de ello. También se da por hecho que mirar y palpar no nos produce ninguna vergüenza, temor o, incluso, asco, aun cuando se nos ha enseñado que ciertas partes de nuestro cuerpo no hay que tocarlas.

Nuestro cuerpo habla, y una de las maneras que tenemos de escucharlo es tocándolo. Si lo hacemos para aplicarnos crema, maquillarnos, bañarnos, o sentirnos, también podemos hacerlo para saber cómo va nuestra salud. Lo suyo es realizar la autoexploración de forma periódica (una vez en cada ciclo menstrual, por ejemplo, y siempre en el mismo momento del ciclo). Como ves, de lo que se trata es de detectar cosas que no son habituales, por lo que lo más importante es saber cómo son nuestras mamas en “estado normal”.

VAMOS ALLÁ:

  1. Busca un espejo que tengas a mano (si es grande, mejor).
  2. ¡Arriba los brazos! Observa si existen bultos, zonas enrojecidas o cualquier otra cosa que se salga de lo habitual.
  3. Presiona suavemente con la yema de los dedos y con movimientos circulares, tanto las mamas como las axilas. Primero de pie, con el brazo levantado; y después recostada, con el brazo detrás de la cabeza. Palpa la zona derecha con la mano izquierda, y viceversa. 
  4. Aprieta los pezones para comprobar si sale algo de líquido. Puede resultar algo incómodo, lo cual es totalmente normal.

¿Te agobia hacerlo o te da miedo? Lo entendemos perfectamente. Si te ocurre eso, puedes acercarte a tu centro de atención primaria para que te realicen allí la exploración.

Es tu cuerpo, es tu salud. Tócate.

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