¿De qué depende que una persona nos resulte atractiva?
BELLEZA:
1. f. Cualidad de bello.
2. f. Persona o cosa notable por su hermosura.
Hoy es el Día internacional de la belleza. Y lo es porque, al parecer (eso dicen los medios) la sección rusa del Comité Internacional de Estética y Cosmetología así lo ha decidido. Es curioso, porque la belleza que ofrece “la industria” (las marcas de cosméticos, los anuncios de clínicas estéticas, o los filtros de Instagram), está basada en dejar de ser tú para ser lo que se considera bella/o (normalmente, en femenino). Algo que, seguro, pensamos muchas veces frente al espejo: “Si tuviera la nariz más pequeña / menos granos / los poros menos dilatados / menos vello / [inserte aquí su complejo] sería más guapa”. Y quizá estarías más cerca de lo que se entiende que es ser guapa, claro. Pero ya no serías tú, y desaparecería tu forma de ser bella.
Es verdad que existen una serie de rasgos que parece que hacen que consideremos más bellas a las personas que los poseen. La cara simétrica y armoniosa, la nariz pequeña… Pero también es verdad que no todas las personas se sienten atraídas por ese modelo. Quizás haya consenso respecto a si una persona es normativamente guapa, pero eso no implica que despierte nuestro interés. Es curioso, pero aquello que nos diferencia (y que, en ocasiones, nos acompleja) suele hacer que el resto de personas se fijen en nosotros/as. ¿Te has fijado en la cantidad de modelos que no encajan en el tradicional estereotipo de belleza?
Nos dejamos entonces de “guapura y feura”. ¿De qué depende entonces que una persona nos resuelte atractiva?
– Del momento histórico. A pesar de esos rasgos universales, lo que se considera bello en cada etapa de la historia ha ido variando enormemente, especialmente en el caso de las mujeres. Al igual que otras modas y costumbres, el canon de belleza femenina ha tenido una marcada evolución: hemos pasado de venerar cuerpos regordetes y pieles pálidas, a torrarnos al sol para conseguir el mejor moreno y vivir con la obsesión de que nuestro cuerpo no supere una determinada talla. Seguramente, hoy diríamos que Marilyn Monroe (que, probablemente, ha sido el mayor icono erótico de la Historia) no encaja en nuestro canon actual. Como mínimo utilizaría una talla 42 de pantalón.
– Del contexto cultural. Lo que resulta bello o atractivo depende también del lugar en el que vivimos y nuestra cultura. Quizá la apariencia de esta mujer resulte poco atractiva en unos lugares, pero puede ser un pibón en su contexto. ¡Y no nos digas que no conoces a personas de tu alrededor que llevan las orejas dilatadas!
El atractivo de lo peculiar se pone completamente en juego aquí: quizás recuerdes la moda de las mujeres orientales que operaban sus ojos para “occidentalizarlos”. También es habitual que los hombres con mucho vello sean objeto de interés en aquellas zonas del mundo en las que el vello es menos frecuente, o que tener cierto sobrepeso se valore en determinados lugares.
– De nosotros y nosotras mismas. No está muy claro cómo funciona el asunto, pero cada persona tiene unos gustos (una especie de retrato robot del tipo de persona que podría atraerle), que luego seguramente no sirven para nada, porque las personas que nos atraen pueden no ajustarse a ese modelo.
El hecho de que una persona no sea normativamente guapa sólo significa eso; que no se ajusta al modelo de belleza actual preponderante. Pero no limita sus posibilidades de ligar, ni de despertar interés o deseo. De hecho, una persona puede parecernos ”””fea””” (es decir, podemos ser capaces de reconocer que no se ajusta a lo normativo) y, aun así, atraernos muchísimo. Y ahí tiene poco sentido seguir diferenciando entre lo físico y la personalidad: las personas gustamos o no en nuestro conjunto.
¿Y qué pasa contigo? Pues lo mismo. Que independiente de que tus rasgos encajen más o menos en ese modelo, lo que ocurrirá es que, aunque no serás atractivo/a para todas las personas, sí lo serás para algunas o muchas. Como nos pasa a todos y todas.
