Respuesta sexual humana

Cuando hablamos de respuesta sexual humana, nos referimos a la forma en la que nuestro cuerpo responde a los estímulos eróticos; estímulos que percibimos a través de nuestros sentidos (el contacto con el cuerpo de otra persona, la visión de algo que nos resulta excitante, un gemido, un olor), o que imaginamos.

Es una respuesta universal, muy observable cuando mantenemos una práctica erótica, solos/as o acompañados/as, y que tiene varias fases:

DESEO:

Se trata de nuestras ganas de “hacer algo (con)”, y es una fase fundamental para que el proceso se desencadene. Una señal que sentimos en nuestro cuerpo y en nuestra cabeza hace que nos pongamos en alerta y se mantiene durante todas las fases. Su intensidad depende de nuestros gustos y experiencias, así como de nuestros aprendizajes y de los estímulos que hayamos aprendido que son eróticos.

EXCITACIÓN:

A medida que aumentan las caricias, las sensaciones y la estimulación, la sangre se distribuye por nuestro cuerpo hasta llegar a los genitales. La sangre hace que el pene aumente su tamaño y se endurezca, y lo mismo ocurre con el clítoris y los labios en la vulva. Por otra parte, el pene expulsa líquido preseminal y la vagina se agranda y lubrica. Esa distribución de la sangre produce otros cambios en nuestro cuerpo: hace que aumente el ritmo cardiaco y que la respiración se agite; que se sonroje la piel y que aumente la temperatura de nuestro cuerpo. Por eso, cuando una persona está excitada, a veces se dice que está caliente.

MESETA:

Esta fase es una continuación de la excitación. Cuando ésta llega a un punto muy alto, se mantiene sin continuar aumentando y, si la estimulación continúa, se pasa a la siguiente fase.

ORGASMO:

Físicamente se produce por una serie de contracciones en la zona genital que psicológicamente se interpretan como placenteras. Los hombres, además, suelen eyacular, expulsando semen. El orgasmo dura unos segundos y tiene una gran intensidad. Algunas mujeres pueden experimentar varios orgasmos seguidos, mientras que los hombres suelen necesitar tiempo para volver a excitarse, lo que se denomina período refractario.

RESOLUCIÓN:

Se trata de la vuelta al estado de relajación inicial, una especie de “vuelta a la calma”. La relajación suele ir acompañada de un estado de bienestar y satisfacción. Y es precisamente esta satisfacción en el encuentro lo que aumenta el deseo de volver a repetir.

VALORACIÓN:

La última fase de la respuesta tiene que ver con la valoración que realizamos del encuentro. Es la fase más importante, puesto que de ella van a depender otros encuentros, y es completamente subjetiva: puede que en una relación haya habido muchos orgasmos y no se tenga ninguna intención de repetir, o puede ocurrir que no haya habido ningún orgasmo y que las ganas de repetir sean enormes.

¿He disfrutado? ¿Me gustaría repetir?

Aunque la duración e intensidad de cada una de estas fases sea diferente en cada persona, existen diferencias importantes entre la respuesta de los hombres (que suele ser mucho más rápida), y la de las mujeres. Los hombres, en general, aprenden a erotizar muchos más estímulos, lo que suele hacer que esta respuesta se desencadene de forma más inmediata; además, “necesitan” menos sangre para que su pene se endurezca, lo que hace que la fase de excitación -y, por lo tanto, el resto de fases-, se produzca antes y tenga una menor duración. Hay una exigencia social enorme para que los orgasmos sean simultáneos en las relaciones, como si eso significara que la pareja está más conectada o que sus sentimientos son más intensos. Pero en realidad, el propio patrón de la respuesta hace difícil que se produzca esa coincidencia (con independencia de que, a veces, sí se presente).  En realidad, lo único que determina la calidad de un encuentro es la respuesta a las preguntas “¿He disfrutado?” y “¿Me gustaría repetir?”

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Pues aquí las tienes:

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