Imagen: Erol Ahmed
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Aunque no sea nuestro objetivo, cada mes el cuerpo se prepara para un posible embarazo. El óvulo sale del ovario para ser fecundado por un espermatozoide. Además, el útero se recubre con el endometrio para sostener un posible óvulo fecundado. En caso de que no se produzca dicho embarazo, aparece la menstruación o regla, que es la sangre que expulsa nuestro cuerpo a través de la vagina. Esta sangre es la suma del óvulo que no ha sido fecundado y las paredes del endometrio que se desprende. La duración de la menstruación varía de una mujer a otra, pudiendo durar de 3 a 7 días aproximadamente.
Este sangrado nos indica el inicio del ciclo menstrual, cuya duración varía entre 21 a 45 días aproximadamente, aunque el promedio es de 28 días.
La menstruación puede vivenciarse de diferentes formas según nuestra experiencia y los conocimientos que tengamos sobre ella. Algunas personas pueden experimentar desde dolor (dismenorrea) hasta sangrado abundante y/o periodos ausentes (amenorrea). Otras conectan con su cuerpo y sus emociones, aprovechan las diferentes fases para conocerse y entenderse. Hay mujeres que no reparan en su estado mientras que otras lo experimentan con vergüenza. Las posibilidades son infinitas.
La primera menstruación se conoce como menarquía y nos indica que nuestro cuerpo ya es fértil. Suele aparecer entre los 12 y 14 años, aunque también puede aparecer antes o después, depende de cada mujer. La tendencia reciente es la llegada de la regla a edades cada vez más tempranas.
La menopausia es, por el contrario, la última regla o manchado. Y el climaterio es el periodo en el que dejan de aparecer ciclos menstruales, que suele producirse entre los 45 y 55 años, aunque también varía de una a otra mujer.
El ciclo menstrual es el proceso que prepara al útero para el embarazo todos los meses. Para saber la duración de nuestro ciclo menstrual contamos los días que pasan entre una regla y otra, es decir, contamos desde el primer día de regla de un ciclo menstrual y el primer día de regla del siguiente.
No existen dos ciclos exactamente iguales y es importante conocer el nuestro para tener cierto control y conocimiento sobre él. No sólo por los embarazos no planificados (la menstruación suele ser la señal que buscamos cada mes para tranquilizarnos), sino también para identificar cualquier tipo de cambio que se pueda producirse en nuestro cuerpo. Pero sin obsesionarnos. Cuando no aparece la regla uno o más meses saltan las alarmas. No somos relojes. La regla puede verse afectada por muchos factores como el estrés, el cansancio, una nueva situación o proyecto, los estudios, el trabajo, la alimentación, el deporte…
Con independencia de que nuestros ciclos menstruales sean más o menos regulares o irregulares, todas somos cíclicas. Es un hecho. Cada mes pasamos por cuatro fases, con diferentes niveles hormonales, en las que se producen una serie de cambios tanto a nivel físico como emocional.
La primera fase es la menstruación o periodo. Es la fase del ciclo menstrual en la que se produce un sangrado al que también llamamos regla. En esta fase, además, se producen cambios a nivel hormonal que inciden en que puede que no nos sintamos tan bien, que disminuya nuestro deseo sexual y que estemos más irritables. Ojo, solo puede. También es un momento de conexión con nuestro interior donde la necesidad de bajar el ritmo es vital.
Aclaramos que a pesar de que durante el ciclo menstrual hay unos días en los que somos más fértiles (fase ovulatoria), el embarazo puede producirse en cualquier momento del ciclo menstrual. Por tanto, aunque tengamos la regla, podemos quedarnos embarazados.
La siguiente fase es la folicular o preovulatoria. Es la fase en la que los ovarios producen unas hormonas llamadas estrógenos que se encargan de que uno de los óvulos madure. Esta fase se caracteriza por un aumento de la sensación de felicidad y de deseo sexual, al igual que se incrementa la fuerza y la energía. Habitualmente se produce entre los días 6 y 13 del ciclo, en el caso de que sean ciclos de 28 días. También es la fase de renovación, frescura, de la energía propia de los comienzos, unos días ideales para arrancar nuevos proyectos o dar continuidad a lo estancado.
La fase ovulatoria es la tercera del ciclo. Durante esta fase se produce la maduración del óvulo, que viajará del ovario hasta el útero pasando por una de las trompas de Falopio. El útero se recubre del endometrio para facilitar el embarazo gracias al aumento de los niveles hormonales. Es en esta fase donde hay mayor probabilidad de embarazo y cuando se produce un incremento en el deseo sexual y la energía. Desde un punto de vista más holístico, también es la fase de la voluptuosidad y la belleza, la capacidad receptiva de lo femenino.
Esta fase se produce aproximadamente a mitad del ciclo menstrual. En un ciclo habitual (28 días), la ovulación se produce en el día 14. Pero no siempre es así, depende de la duración del ciclo en cada mujer.
La fase lútea o premenstrual es la que concluye el ciclo menstrual. En caso de que el óvulo no haya sido fecundado, es expulsado en la siguiente menstruación. La fase lútea dura entre 10 y 16 días y es en esta cuando podemos sentirnos más inestables, puede aparecer irritabilidad, cambios de humor y baja autoestima. Y al contrario, si conectamos con nuestro yo cíclico podemos explorar nuestro mundo interior, esas profundidades insondables y cerrar heridas incluso.
Tras esta fase arranca un nuevo ciclo menstrual y vuelta a empezar. En un mundo en el que la vara de medir es la productividad y el movimiento, ya es hora de reivindicar la calma y nuestro yo cíclico.