La cicatriz de tus genitales

Foto: Dainis Graveris / 3 minutos

 

Eres moderna. Bueno, mejor dicho, postmoderna. Y no por tus gafas top, tus jeans estilo boyfriend o esa bolsa de tela tan cool. Sino porque naciste cuando lo hiciste y vives este presente: España, 2020, con sus aristas políticas, sociales, económicas… Así, sin más, chin pun. Hay cosas que no se eligen, te tocan. Y al tocarte, sea o no de refilón, dejan huella. ¡Ojo! que no siempre es a mal. Somos nuestras marcas y arrugas, nuestros éxitos y, también, nuestros exitosos fracasos…

 

Ahora imagina que tienes 14 o 15 años a lo sumo. Que estás metida en un matrimonio forzado o, si tienes suerte, en uno sin amor ni cariño. Las relaciones: cómo y cuándo él quiera. A veces ni siquiera vives en tu país y esta no es tu cultura. Es la de España, también en el 2020. ¿Bienestar? Esa palabra no forma parte de tu vocabulario y la cicatriz en tus genitales potencia tu papel de víctima en este país donde se supone que irás a mejor. También te podría haber tocado. No se trata de que no te puedas quejar porque siempre haya alguien a quien le va ‘peor’, sino de ganar perspectiva. Fin del ejercicio de imaginación.

 

De la huella de la que vamos a hablar brevemente en estas líneas es la que deja la Mutilación Genital Femenina (MGF). Pero, ¿qué hace que esa huella sea más profunda si cabe? ¿La mutilación en sí misma? ¿O la interpretación que hace el nuevo mundo de lo que te ha pasado?

 

Seguramente, si alguna vez has oído algo sobre el asunto, te habrá llegado una definición de qué es la MGF, qué tipos existen, dónde se practica y qué consecuencias fisiológicas tiene. En resumen, te habrás quedado con la copla de que es algo terrible que les sucede a esas otras mujeres… No vamos a repetir el copy paste occidental, para eso ya está Google. Hoy queremos acercarte la voz de Lía Ornat, ginecóloga, profesora y experta en MGF, a la que la FPFE ha entrevistado para su último número de la revista Diálogos y quien aderezó nuestro confinamiento del pasado 3 de abril aportando ideas muy interesantes en el webinario que, sobre el tema que nos ocupa, tuvo lugar.

 

‘Que la MGF es una violación de los derechos humanos, de los derechos de las mujeres, de los derechos sexuales y reproductivos y un ejemplo claro de la desigualdad de género y la violencia contra la mujer, está claro. Pero ello no nos autoriza a dictaminar qué es y qué no es normal’, explica Ornat. Especialmente porque hemos demostrado en ocasiones escasa capacidad de analizar esta realidad tan sumamente compleja. De hecho, hemos incluso contribuido a la propagación de ‘mitos como el de no tener nada ahí abajo’ o, directamente, que ‘las mujeres mutiladas no sienten placer’. La MGF ‘es una peculiaridad’, especifica, ‘no el motivo de todos los males. Y no atribuir todos los males a eso es importante porque lo que estamos haciendo es problematizar cuando a veces no se trata de la mutilación, sino de la inexistencia de la erótica y el deseo’, entre otros.

 

Frente a la clave fisiológica, la identitaria: la MGF es una cuestión cultural, mayoritariamente ‘lo practican porque les han enseñado que es bueno para la mujer y no atisban a ver las consecuencias’, cuenta Fátima Djarra, mediadora invitada como panelista. No podemos marcar la diferencia en base a nuestra cultura. Según Ornat, ‘la MGF hay que abolirla porque es una agresión física, pero es la punta del iceberg y la intervención tiene que ir más allá’:

 

  1. No arrancar con prejuicios ni con una mirada crítica.
  2. Conocer su realidad y su enfoque cultural antes de la intervención.
  3. No realizar un abordaje exclusivamente desde la prevención, desde lo físico, sino tener formación específica, una visión global y trabajar todos los aspectos que acompañan al corte.
  4. Hacer trabajo de campo y no solo apoyarnos en la ley, sino sensibilizar.
  5. Formar en contenidos clave como el conocimiento del propio cuerpo para acabar hablando de derechos y de sexualidad, del sexo como valor y no solo como fuente de miserias.
  6. Promover un cambio cultural y educacional desde abajo, desde las mujeres, lo que se logra enseñando otras realidades, ‘un camino más largo pero más fructífero’, apostilla.

 

Volvemos a ti, chica joven y moderna. ¿Qué es entonces el corte de labios que tan de moda se está poniendo bajo el nombre de labioplastia? ‘No hay distancias cuando se tiene un motivo’, decía Jane Austen…

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