En verano… ¡¿haz tus fantasías realidad?!

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La sexualidad humana no sólo tiene que ver con la reproducción y los genitales, o con los embarazos no planificados y las Infecciones de Transmisión Genital (ITG). La sexualidad  tiene que ver con lo que sentimos, lo que pensamos, lo que creemos, lo que deseamos, lo que hacemos, lo que experimentamos, lo que expresamos…

La sexualidad hace referencia a muchos aspectos del ser humano como la orientación erótica, los deseos, el sexo (ser hombres o mujeres), los genitales, las prácticas y los encuentros eróticos, el placer, las emociones y los sentimientos, la comunicación… La sexualidad no es estática, sino que puede cambiar, es diferente de una etapa a otra y, además, es diversa, no a todas las personas nos gustan  las mismas cosas y no siempre nos gusta lo mismo, ni de la misma forma.

Este preámbulo nos sirve para introducir uno de los temas que más confusiones genera: los deseos y las fantasías, ¿son lo mismo? Ahora que con la llegada del verano se nos invita constantemente a hacer nuestras fantasías realidad, es preciso diferenciar entre fantasía y deseo.

Las fantasías son producto de nuestro imaginario, son voluntarias y controlables. Su función es entretenernos, llevar a cabo en nuestra imaginación todas aquellas cosas que no podemos o que no queremos realizar en la realidad. Son íntimas, personales, privadas y moldeables a nuestro antojo.

En cambio, los deseos hacen referencia a todo aquello que nos gusta o nos gustaría realizar. Los deseos son involuntarios, no podemos decidir quién nos gusta y quien no, o qué nos gusta y qué no. Aunque los deseos sí son controlables, es decir, decidimos si nos dejamos llevar o no por ellos. A pesar de que cuanto más fuerte es el deseo más difícil es de controlar, siempre tenemos la posibilidad de hacerlo.

Hay veces que tenemos dudas sobre si lo que experimentamos, lo que hemos pensado o sentido es una fantasía o un deseo. Las fantasías son muy variadas de unas personas a otras, y pensar en una persona u otra no quiere decir que la deseemos, simplemente es un pensamiento. Las fantasías pueden ser románticas, sensuales, violentas, todo lo anterior o algo completamente distinto.  Pero eso no quiere decir necesariamente que se quiera llevar a la práctica lo que se experimenta en el imaginario.  En las fantasías las personas controlan qué pasa, que personas están implicadas, dónde, cuándo y cómo ocurre. Las fantasías arrancan y finalizan en nuestra mente.

¿Hay diferencias entre hombres y mujeres?

Existen diferencias entre hombres y mujeres que se deben en mayor medida a cuestiones culturales y educacionales. En los hombres, la expresión de sus fantasías y mostrar sus deseos suele ser habitual ya que se considera que su sexualidad está siempre activa. Se considera normal y aceptable. Todos y todas hemos oído alguna vez “es que es un hombre” como justificación de su comportamiento o comentario.

Sin embargo, en las mujeres no suele ser igual, ni manifestarse de la misma manera debido a las represiones sociales. En ellas, la sexualidad se ha visto más reprimida. La mujer ha sido representada más como  un ser objeto de deseo que como un ser deseante.

Pero, ¿y los sueños? Los sueños son manifestaciones que visualizamos, experimentamos y sentimos en la fase profunda del sueño con diferentes contenidos como imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones. Los sueños son solo una respuesta a lo que solemos pensar y experimentar día tras día. Son incontrolables e involuntarios, y no tienen por qué guardar relación con nuestros deseos o fantasías.

Y ahora… ¡la pregunta del millón! Fantasear con una persona ajena a la pareja, ¿es infidelidad? Hagan sus apuestas…

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