Existen tantas maneras de ser hombre como hombres hay en el mundo

Existen tantas maneras de ser hombre como hombres hay en el mundo. Pero de todas ellas, una hace mucho daño: la bautizada como masculinidad hegemónica. He aquí una muestra de su vocabulario habitual:

No llores.

Los niños no juegan con muñecas.

Sé fuerte.

¿Cuántas novias tienes ya?

Si hay jarana, ante la duda pega tú primero.

Nadie debe saber tus intimidades.

No muestres tus emociones, sabrán qué es lo que te hace débil.

Te has acojonado, ¿eh? Nenaza.

¿Cuántas pajas te haces al día?

La calle es tuya.

Un tío de verdad tiene pelos por todas partes.

Macho, eres un parte bragas.

Sé valiente, sé un hombre.

Menudo Don Juan, las trae a todas locas.

Apáñatelas tú, no te hace falta la ayuda de nadie.

Los hombres somos más cerrados.

Quita maricón, tanto beso ni hostias.

Bro, ¿qué haces con esa camiseta? Pareces una tía.

Me he hecho a cinco pavas en una noche. Cuida de tu hermana.

Por el culo ni el bigote de una gamba.

Eso suena muy gay.

Los hombres somos más racionales que las mujeres, no nos dejamos llevar por los impulsos.

A la novia de un colega no se toca.

Antes morir de pie que vivir de rodillas.

Yo con los homosexuales no tengo problema mientras que a mí no me toquen.

Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre.

¿Yo para qué voy a ir al médico si estoy perfectamente?

 

Pero, ¿qué es esto de la masculinidad? La masculinidad es entendida como aquellos pensamientos, creencias y actitudes predominantes en la sociedad que tienen que tener los hombres por el hecho de serlo y todo aquello que vaya en contra de este ideario es negativo para su estatus. Es decir, se entiende que, si no tienes las verdaderas actitudes de hombre, dejas de serlo para convertirte en algo parecido a una mujer, un niño o un homosexual. Y un hombre que se parezca sobre todo a una mujer, en nuestro contexto, es visto como algo muy negativo. La masculinidad nace por tanto de lo opuesto a la feminidad.

No hay excusa para negar la complejidad de la realidad y la diversidad de identidades. Sin embargo, el binomio hombre-mujer determina absolutamente todo. De hecho, toda identidad que sea no binaria (no sentirse ni hombre ni mujer) es considerada como rara, disidente y/o amorfa. Por tanto, se entienden los sexos como hombre-masculino y mujer-femenina y depende del sexo que seas, tendrás que sentir, vivir y comportarte en base al sexo que te hayan asignado al nacer. Ahora, la realidad: a veces pasa, que la cosa ‘se tuerce’ dirán algunos y/o te sancionan por no responder ante los comportamientos esperados según tu sexo.

Nos ha dado por pensar sobre esto de la masculinidad y la feminidad a raíz de que el pasado 15 de septiembre se ha celebrado el día de la Salud Prostática. Hasta aquí bien. Lo que no es tan OK es conocer los datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Del 69,5% de los hombres que habían afirmado haber sufrido alguno de los síntomas asociados con la próstata, sólo el 31,8% habían ido a visitar al urólogo. *Aviso para quienes no lo supieran: las revisiones de próstata se realizan a través de tacto rectal (introducir los dedos en el ano y recto).

Por el culo ni el bigote de una gamba. ¿Recordáis?

Podemos sacar varias lecturas de estos datos, pero la más significativa es que parece que si eres hombre cishetero y te introducen los dedos en el recto inmediatamente te conviertes en gay.

¡OJO!

✔Ser hombre y que te gusten los hombres es una orientación tan válida como ser hombre y que te gusten las mujeres.

✔Las prácticas sexuales no definen la orientación sexual, tenemos todo el cuerpo para disfrutar.

✔Si eres chico y eres hetero (que te gustan las chicas) no vas a dejar de serlo si te hacen un tacto rectal o si disfrutas en tus relaciones sexuales introduciéndote diferentes objetos en el ano.

El problema no es que los hombres no puedan ser hombres. El drama es que se les ha educado en una forma dañina de serlo. La cuestión de la masculinidad hegemónica y tóxica es que va en contra del plural de las sexualidades que afirma y afirmamos a pleno pulmón que no hay una única manera de ser hombre o de ser mujer, sino infinitas formas de ser y de vivirnos. ¿Cuál es la tuya? ¿Te hace feliz?

Hay hombres que se sienten cómodos al expresar sus emociones. Hay hombres que les encanta abrazar a su gente. Hay hombres sensibles. Hay hombres que se visten con cualquier tipo de ropa y se maquillan. Hay hombres a los que les encanta los cotilleos. Hay hombres que disfrutan de sus cuerpos de forma no normativa. Hay hombres que disfrutan cuidando a lxs demás. Hay hombres que lloran y, sobre todo, que lo muestran públicamente. Estos hombres no son menos hombres. Ni mucho menos mujeres, niños/as o maricas.

A veces, para entender el mundo, lo simplificamos. Las chicas son rosa y los chicos son azul, sirva de ejemplo. Aunque hay características típicamente masculinas y otras típicamente femeninas, que sean compartidas en su mayoría por uno de los sexos no las hacen exclusivas de él. Ella también puede conducir con brusquedad y él también puede ser muy sensible. Ahora queremos que imagines que eres una pared de ladrillos… Piensa en las características que te definen y asócialas con uno de esos colores en función del sexo al que se atribuyen. ¡Pinta tu pared y descubre cómo de multicolor eres! ¿Nos lo enseñas?

 

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